De quien la revista Fortune dijo: "Se le puede amar u
odiar, pero no se le puede ignorar".
En 1975, el chaval había
dejado la universidad, pero no cualquier universidad sino Harvard, la fábrica
de talentos mundiales. La verdad es que no era muy aplicado. "Durante mi
primer año, instituí una política deliberada de saltarme la mayoría de las
clases para después estudiar febrilmente al final del curso", confesaría
muchos años después en un libro de recuerdos. ¿Y qué hacía durante su tiempo
libre? "Llené mis horas de ocio con una buena cantidad de póquer".
Travieso, vago... ni los policías del estado de Nuevo México ni los profesores
de Harvard podían imaginar que aquel chico se convertiría en la mayor fortuna
del universo 20 años después. Según la última clasificación de la revista
Forbes, su riqueza alcanza los 56.000 millones de dólares (unos 41.670 millones
de euros). Su ocupación: hacer programas de ordenador. Empresa: Microsoft.
Plantilla: 76.000 personas, en 102 países. Edad: 59 años. Su nombre: William
Gates III, más conocido como Bill Gates. Y, ahora, la pregunta del millón:
¿cómo llegó tan lejos aquel gafotas que jugaba al póquer en la universidad?
Bill Gates es el segundo de los tres hijos que tuvo el matrimonio formado por
William Gates y Mary Maxwell. Nació el 28 de octubre de 1955 en Seattle, en la
costa oeste de EE UU. La suya no era una familia pobre, desde luego. El padre
de Bill era un destacado abogado y la madre, una ejecutiva de alto copete del
First Interstate Bank, uno de los mayores del país.
Viniendo de una saga con tanto dinero, no tuvo problemas para entrar a los 13 años en
Lakeside School, la escuela más prestigiosa y cara de Seattle, donde descubrió
muy pronto su pasión por los ordenadores gracias al Club de Madres. Y es que
tras una rifa benéfica, este grupo de mujeres hizo algo que años después
agradecería la humanidad entera: comprar un ordenador para el colegio. Bill
Gates y su amigo Paul Allen programaban juegos sencillos sentados frente a
aquel enorme, pesado y lento aparato hasta que éste deglutía los resultados,
que luego aparecían en una gran impresora. "Entonces, nos lanzábamos sobre
ella para echar un vistazo y ver quién había ganado", confiesa Gates en su
autobiografía. Una maniobra que tardaba ¡30 segundos! Aquel trasto, llamado
PDP- 8, fabricado por Digital Equipment, costaba 18.000 dólares (unos 13.400
euros). Ocupaba el tamaño de un pequeño armario de metro y medio de altura,
pero sirvió para que un joven de 13 años soñase con que algún día millones de
individuos podrían tener sus propias computadoras. "Estoy seguro de que
una de las razones por las que estaba tan decidido a ayudar a que se
desarrollara el ordenador personal era porque quería tener uno para mí",
ha dicho varias veces.
Esa visión comenzó a hacerse realidad en 1975. Un día, deambulando por las calles
cerca de la universidad, Gates y Allen se fijaron en otro modelo: la revista
Popular Electronics mostraba una pequeña computadora para ensamblar en casa por
397 dólares (unos 296 euros). Llamarlo computadora era demasiado porque era una
caja de luces sin teclado y sin pantalla. Su nombre era Altair, y lo más
importante de todo es que llevaba en el corazón un innovador chip 8080 de
Intel. Gates y Allen quedaron paralizados. O se daban prisa, o alguien se les
iba a adelantar creando el software para ese chip. Paul Allen consiguió el
manual del 8080 y con Gates se dedicó a escribir un programa Basic modificado.
"Paul y yo no dormimos mucho y perdimos la noción de la noche y el
día", confesaría Gates años después. "Pero a las cinco semanas,
teníamos escrito nuestro Basic y había nacido la primera compañía de software
para microcomputadoras. En su día la denominamos Micro-Soft".
Fue entonces cuando Bill Gates decidió abandonar la universidad cuando tenía 19 años.
Bill Gates fue un hombre orquesta en los tres primeros años de existencia de
Microsoft. Era agente comercial, llevaba las finanzas y el marketing, y
mejoraba su propio programa. Estaba naciendo la industria del ordenador
personal y las empresas informáticas acudían a Microsoft con toda clase de proyectos.
El volumen de trabajo era tan desmesurado que Gates recurrió a un viejo
compañero de la universidad llamado Steve Ballmer para que se ocupara de
dirigir la compañía, ya que Gates no quería dedicar más de un 10% de su
esfuerzo mental a los negocios. Ballmer aceptó con la condición de que le diera
manga ancha para contratar personal. Gracias a ello, las ventas de Microsoft
crecieron incluso más rápido de lo que esperaban.
Sin embargo, todavía no se había cruzado lo que Gates denominaba el "umbral de
aceptación", esa frontera en la que un producto salta a las grandes masas,
como sucedió con la televisión en los años cincuenta. Y fue en 1980 cuando se
presentaron en las oficinas de Microsoft en Seattle dos emisarios de IBM que
les hicieron un encargo histórico: escribir el software para un ordenador
personal que se estaba cociendo en sus laboratorios. Gates aceptó el reto. Su
equipo trabajó frenéticamente para crear ese lenguaje que se llamó MS-DOS
(Microsoft Disk Operating System). En agosto de 1981, IBM presentó su PC
(Personal Computer) con un nuevo chip de Intel más potente, el 8088, y con tres
programas para hacerlo funcionar: uno era de Digital Research; otro, el Pascal,
desarrollado por la Universidad de California- San Diego (UCSD); y, por último,
el MS-DOS de Microsoft, del que no se sabía nada. ¿Quién sería el ganador? Bill
Gates se había fijado en la pelea entre los vídeos Betamax de Sony y VHS de JVC
durante los años setenta, y se dio cuenta de que el éxito de VHS se debía a que
JVC permitió a otros fabricantes de vídeo usar su patente con un coste muy
bajo. Microsoft hizo lo mismo. Permitió a otras firmas fabricar programas
basados en MS-DOS. Y además, se aseguró de que MS-DOS fuera el más barato de
los tres programas que competían por la tarta de los PC: 60 dólares (unos 45
euros), es decir, mucho menos que los 175 dólares (alrededor de 130 euros) de
Digital Research, y los 450 dólares (335 euros) del Pascal. Asimismo, IBM no
tenía la exclusiva del programa sino que Microsoft la cedía a otras empresas de
ordenadores, los famosos clónicos del PC que empezaron a crecer como hongos.
En poco tiempo, Microsoft se convirtió en el estándar de la industria y Gates
consiguió salir en la portada de Time por primera vez (saldría seis veces más)
como el hombre que había hecho magia con chips -su amigo Paul Allen ya estaba
aquejado de un cáncer y no podía llevar el mando de la empresa?. "En
realidad, todo el éxito de Gates se basó en aquel contrato con IBM", dice
Brian Subirana, profesor de Sistemas de Información de la escuela de negocios
IESE (Universidad de Navarra). Pero el programa de Microsoft era aún muy tosco
de manejar; casi para especialistas. Otro joven, Steve Jobs, que también había
abandonado la universidad, agregaría un ratón para pinchar y mover las cosas
con más simpatía en sus ordenadores Apple. La pantalla se llenaba de figuras e
iconos que representaban objetos naturales como papeleras o carpetas. Gates
visitó a Jobs y, fruto de su colaboración, nacieron los programas Microsoft
Word y Excell, dos productos sin los que hoy no se podría vivir en el mundo de
la informática. Pero Apple no quería que su sistema fuera compatible con ningún
otro, de modo que Gates se llevó su invento y lo adaptó a los PC. Y haría algo
más, construir un nuevo programa informático que convertía la pantalla en una
forma más divertida de manejar el ordenador, a través de un ratón y unas
ventanitas. Lo llamó Windows (ventanas, en inglés).
Tomado de http://www.muyinteresante.es
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