No es un secreto para nadie que vivimos en una sociedad consumista. Diariamente consumimos una cantidad de bienes y servicios, de los cuales algunos son vitales (agua y alimentación), algunos son necesarios (transporte, vestido, internet, electricidad) y algunos innecesarios como el alcohol y las drogas.
Toda esta avalancha de bienes y servicios que se anuncian por todos lados, y que en muchas ocasiones amenaza nuestra privacidad – ya que cada día es común recibir publicidad en mensajes de texto a altas horas de la noche, o en la madrugada – nos conduce a un consumo inconsciente, donde el dinero se gasta en una serie de ornamentos que no necesitamos. Por ejemplo, compramos un florero porque está a precio rebajado, en oferta, en liquidación, o cualquier otra palabra que indique que facilidad de adquirirlo, sin percatarnos que tenemos dos o tres floreros guardados en algún rincón. Este constante ejercicio de comprar sin pensar, rompe los bolsillos y el dinero se escapa de ellos a través de artilugios en oferta que no son tan necesarios.
No estoy diciendo que no debemos comprar artículos en oferta, si no que debemos pensar más acerca de la verdadera necesidad del artículo ofertado. Si necesitas un artículo, busca ofertas en diferentes puntos de venta de tal manera que pagues menos por él. En otras palabras, atrapa las ofertas de lo que necesitas, y no te dejes atrapar de las ofertas que no necesitas.
Ser un consumidor consciente fortalece nuestra disciplina y contribuye significativamente a nuestro manejo de las finanzas en el hogar. Además, nos ayuda a mantener una responsabilidad con el medio ambiente al evitar la generación de basura y residuos contaminantes.
Por Daniel Gómez
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